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COOKIES Y ALFAJORES


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TÍTULO DEL TRABAJO  TPCA5

CLASE 5

 Historia y Tradición del Alfajor:


El alfajor es mucho más que un simple dulce; es un emblema gastronómico con una rica historia y profundas raíces culturales, especialmente en nuestra región. Este primer punto del curso te invita a un fascinante viaje para comprender la esencia de este manjar, desde sus orígenes hasta su consagración como un ícono de la repostería casera y profesional.

Comenzamos explorando los orígenes del alfajor, que nos llevan a la Península Arábiga. La palabra "alfajor" proviene del árabe "al-hasú", que significa "relleno". Originalmente, era un dulce especiado y compacto, a base de frutos secos, miel y especias, muy diferente al que conocemos hoy. Con la invasión musulmana de la península ibérica, este dulce llegó a España, donde evolucionó y se adaptó a los ingredientes locales. Desde allí, los conquistadores y colonizadores lo trajeron a América, donde encontró un terreno fértil para su transformación y popularización.

En este contexto, la cultura del alfajor en Argentina es un capítulo aparte y fundamental. Aquí, el alfajor se reinventó, adoptando características únicas y arraigándose profundamente en la identidad culinaria de cada provincia. No es lo mismo un alfajor en el Litoral que en el Centro o en la Costa Atlántica. Exploraremos la importancia regional y las variaciones que lo hacen tan diverso:

El Alfajor Cordobés, por ejemplo, se distingue tradicionalmente por sus tapas de masa más seca y crujiente, a menudo perfumada con un toque cítrico y rellena con abundancia de dulce de membrillo o batata, bañado en un glaseado azucarado.

El Santafesino se caracteriza por sus múltiples capas de hojaldre fino y crujiente, un relleno generoso de dulce de leche y una cobertura de glaseado real que le da su brillo característico.

El Marplatense es reconocido por sus tapas húmedas y densas, con cacao, y su clásico baño de chocolate, casi siempre con un centro cremoso de dulce de leche.

Y no podemos olvidar las variaciones del Tucumano, el de Maicena (que abordaremos en detalle más adelante), y muchas otras que demuestran la creatividad y riqueza regional.

Finalmente, nos enfocaremos en los ingredientes clave que dan vida a cualquier alfajor, independientemente de su tipo. Aquí la calidad es primordial y el conocimiento de sus propiedades es esencial para un especialista:

Harina y Almidones: Entenderemos los distintos tipos de harina (000, 0000, leudante) y cómo el almidón de maíz (maicena) es crucial para la ternura y friabilidad de muchas masas de alfajor. La proporción y el método de incorporación afectan directamente la textura final de la tapa.

Grasas: La manteca (mantequilla) aporta sabor, untuosidad y una textura inigualable; la margarina ofrece una alternativa económica y con diferente punto de fusión. Aprenderemos cómo la temperatura de la grasa afecta la masa y el resultado final.

Azúcares: No solo el dulzor, sino la contribución del azúcar a la textura (crujiente en la corteza, tierna en la miga) y al color de las tapas.

Huevos: Actúan como ligantes, aportan humedad y contribuyen al color y al brillo.

Leudantes: Bicarbonato de sodio y polvo para hornear; comprenderemos cómo reaccionan para dar la aireación justa y la forma deseada a las tapas sin que se deformen en exceso.


El Alfajor de Maicena: El Icono Clásico y su Perfección Técnica


El alfajor de maicena es, sin duda, la versión más popular y querida de este dulce en la mesa de cualquier hogar. Es el ícono por excelencia, reconocido por su delicada textura que se deshace en la boca, su generoso relleno de dulce de leche y su característico rebozado de coco. Dominar su elaboración es la piedra angular para cualquier especialista en alfajores. En este punto, desglosaremos las técnicas esenciales para lograr la perfección en cada bocado, yendo más allá de la simple receta para entender el porqué de cada paso.

Comenzamos con las técnicas de mezclado para la masa, que son cruciales para la textura final de la galleta. Principalmente, abordaremos el método cremoso (o de batido), donde la manteca (mantequilla) blanda se bate con el azúcar hasta lograr una crema pálida y aireada. Este método incorpora aire y ayuda a que la galleta sea tierna. Alternativamente, exploraremos el método sablage (o arenado), en el que la manteca fría se "arena" con la harina y el almidón de maíz antes de incorporar los líquidos, lo que minimiza el desarrollo del gluten y resulta en una galleta excepcionalmente friable y delicada. Una vez mezclados los ingredientes, el reposo de la masa en frío es indispensable. Este paso permite que los almidones se hidraten completamente, las grasas se solidifiquen y el gluten se relaje, facilitando un amasado y estirado perfecto sin que la masa se vuelva elástica o se pegue. El objetivo es una masa suave y manejable que pueda estirarse uniformemente para cortar las tapas con precisión.

El horneado ideal es el siguiente punto crítico. Aquí no buscamos un dorado intenso, sino una cocción suave que preserve la palidez y la extrema ternura de las galletas. Hablaremos de las temperaturas y tiempos precisos para lograr galletas que estén cocidas pero que permanezcan húmedas y se deshagan delicadamente al tacto, casi sin color. Un horneado excesivo haría las tapas duras y quebradizas, perdiendo su esencia característica.

El relleno tradicional es, por supuesto, el inconfundible dulce de leche. Profundizaremos en la preparación de un dulce de leche repostero casero, explorando los tiempos de cocción, los puntos de espesor y el uso de bicarbonato para lograr el color y la consistencia perfectos. Si bien el dulce de leche casero ofrece un sabor inigualable, también aprenderemos a seleccionar el mejor dulce de leche comercial para reposteros, identificando características como la consistencia adecuada, el brillo y el equilibrio de dulzor.

Finalmente, el armado y acabado son los pasos que dan la presentación final al alfajor. Se brindarán consejos prácticos para un alfajor prolijo: cómo aplicar el dulce de leche de manera uniforme, cómo presionar las tapas sin romperlas para que el relleno sobresalga ligeramente y cómo realizar el rebozado perfecto en coco rallado. Discutiremos la granulometría del coco y la técnica para que se adhiera de manera pareja, completando este ícono de la repostería casera con un aspecto tan tentador como su sabor.


 Variedades Regionales y Clásicas: Un Recorrido por la Diversidad del Alfajor Argentino


Argentina, con su vasta geografía y rica herencia cultural, ha transformado el alfajor en un verdadero mosaico de sabores y texturas. Más allá del icónico alfajor de maicena, existen numerosas variedades regionales que no solo deleitan el paladar, sino que también cuentan una historia de tradición, ingenio y adaptación a los ingredientes locales. En este punto, exploraremos algunas de las versiones más emblemáticas, desentrañando sus particularidades para comprender la riqueza de este dulce nacional.

Comenzaremos con el Alfajor Santafesino, una verdadera joya de la repostería de la provincia de Santa Fe. Su característica distintiva reside en su masa hojaldrada. A diferencia de las masas de galleta, esta versión se compone de múltiples capas finísimas de masa y materia grasa, que al hornearse se expanden y separan, creando una textura ligera, crocante y delicadamente aireada. Este proceso de laminado es un arte en sí mismo, exigiendo precisión y paciencia. El relleno es invariablemente de dulce de leche, aplicado generosamente entre las capas, y el toque final es un glaseado real (a base de azúcar impalpable y clara de huevo) que le confiere un brillo particular y una delicada capa azucarada que se quiebra al morder.

Luego, nos adentraremos en el Alfajor de Nuez, que, si bien no es exclusivo de una región específica, representa una categoría importante por la incorporación de frutos secos en la masa. Aquí, la harina tradicional se combina parcial o totalmente con nueces finamente molidas, lo que aporta una riqueza de sabor inigualable y una textura ligeramente más densa y húmeda. La nuez no solo añade un aroma y un gusto distintivos, sino que también contribuye a una miga más compacta y tierna que contrasta maravillosamente con un relleno de dulce de leche o, a veces, con algún toque de chocolate.

Finalmente, pondremos el foco en el Alfajor Cordobés, una delicia local que refleja el gusto de nuestra región. Tradicionalmente, se distingue por sus tapas más secas y consistentes que el de maicena, a menudo con un toque de ralladura de limón o esencia que le confiere un ligero matiz cítrico. La característica más notable del alfajor cordobés es su relleno: si bien el dulce de leche es una opción, su versión más auténtica lleva dulce de membrillo o batata. Estos dulces de fruta, con su acidez y textura firme, crean un contraste exquisito con la dulzura de las tapas y la cobertura. Además, el alfajor cordobés suele estar bañado en un glaseado azucarado que, al secarse, forma una capa firme y dulce, a veces decorada con líneas finas del mismo glaseado.


 Ingredientes Clave: La Química de la Perfección en el Alfajor

Para un especialista en alfajores, comprender los ingredientes clave va más allá de simplemente conocer sus nombres; implica entender su calidad, sus propiedades funcionales y cómo interactúan entre sí para dar vida a la textura, el sabor y la estabilidad deseada en cada bocado. En este punto, desglosaremos la función de cada componente esencial en la elaboración de la masa de alfajor, brindándote el conocimiento necesario para manipularlos con maestría.

Comenzamos con la Harina y los Almidones. La harina de trigo es la estructura principal de la masa. Sus proteínas, al hidratarse y amasarse, forman el gluten, una red elástica. Para el alfajor, especialmente el de maicena, buscamos una masa tierna y friable, no elástica. Por ello, a menudo se usa harina 0000 (de bajo contenido proteico) o se la combina con almidón de maíz (maicena). La maicena, al no contener gluten, "diluye" la formación de esta red, resultando en una galleta que se deshace en la boca. Comprender la proporción ideal entre harina y almidón de maíz es crucial para controlar la friabilidad (que se desmorone fácilmente) versus la estructura de la tapa.

Las Grasas, principalmente la manteca (mantequilla), son esenciales para el sabor y la textura. La manteca aporta una riqueza y un aroma inigualables, además de contribuir a la terneza y a la "arena" característica de la masa. Su punto de fusión y su estado (fría, ambiente, derretida) influirán directamente en el método de mezclado (cremoso o sablage) y, por ende, en la textura final de la galleta. Algunas recetas pueden usar margarina como alternativa, la cual, al tener un punto de fusión diferente, puede afectar la consistencia final y la forma en que la masa se maneja. Entender cómo la grasa se incorpora a la harina es vital para evitar el desarrollo excesivo del gluten.

Los Azúcares, como el azúcar impalpable (glas) o el azúcar granulado fino, no solo aportan dulzor, sino que también cumplen funciones estructurales. El azúcar ayuda a tiernizar la masa, contribuye al color dorado durante el horneado (gracias a la caramelización y la reacción de Maillard) y puede afectar la textura final, haciendo las galletas más crujientes si se usa azúcar granulado o más suaves si se opta por impalpable. El azúcar impalpable, al disolverse más fácilmente y contener a veces un poco de almidón de maíz, es preferido en muchas recetas de alfajor de maicena para una textura más uniforme y delicada.

Los Huevos actúan como ligantes, uniendo los ingredientes y aportando humedad a la masa. La yema, en particular, contribuye a la riqueza, el color y la untuosidad, mientras que la clara aporta elasticidad. La proporción de yemas y claras puede ser ajustada para modificar la textura de la tapa, buscando un equilibrio entre la friabilidad deseada y una masa que no se desarme por completo al manipularla.

Finalmente, los Leudantes son los responsables de la ligera elevación y la textura aireada de las tapas. El bicarbonato de sodio y el polvo para hornear (levadura química) son los más comunes. Comprender cómo reaccionan, ya sea con un ácido presente en la receta (como el bicarbonato) o con la humedad y el calor (como el polvo para hornear), es fundamental. Su uso en la proporción correcta asegura que las galletas crezcan lo suficiente para ser tiernas sin deformarse excesivamente ni volverse demasiado porosas. El exceso puede generar sabores metálicos o una textura indeseable, mientras que la falta resultará en galletas densas y duras.


TRABAJO PRÁCTICO 


A. Si tuvieras que elegir un único ingrediente para manipular y experimentar con él con el fin de crear una nueva textura en la tapa de un alfajor, ¿cuál sería y por qué?

B. ¿Cómo crees que el control de la temperatura de los ingredientes, antes y durante el mezclado, influye en la friabilidad y manejabilidad de la masa de un alfajor?